Todo el mundo, alguna vez, en alguna etapa de su vida, ha tomado la decisión de plasmar con palabras sucesos personales individuales o compartidos así como también hablar de hechos cuyo acontecimiento ha resultado en una espiral de influencias indelebles en la vida de quien lo vivió. Pues antes de todo eso, debe de saberse que los textos, por raro que parezca, son también seres con vida propia y su existir depende absolutamente de quien les da el derecho de nacer.
A continuación una serie de pasos para concebir un buen texto, desde la parte primordial del hecho:
- Dominio de la frase corta. Como primer paso toda aquella persona que se de a la tarea de escribir un texto, debe de dominar la frase corta, ya que, dicen los que saben, que en ella se encuentra un universo de misterio, provocación, fantasía y pasión del cual todo lo demás se crea. Así pues, encapsular la idea primordial o el leit motif del relato en una sentencia de no más de siete palabras, donde por supuesto se incluya el sujeto, el verbo y el predicado, será la mejor manera de comenzar con un ejercicio exitoso.
- Conocimiento pleno del tema. En todo buen texto, debe de haber un tema central en el que tanto los personajes como los sucesos se encierren aunque después aparezcan otras temáticas pero no con el mismo nivel de importancia.
- Que la elección de los personajes no esté en función del entorno propio. Por tratarse de un relato que puede llegar a ser publicado, es recomendable, no abusar tanto del entorno y describirlo a profundidad tomando en cuenta que alguna vez nuestros cotidianos lo leerán.
- El texto es como una receta de cocina. Escribir es como cocinar, cocinar es como escribir, todo es cuestión de saber mezclar bien los ingredientes: un poco de realidad personal, una pizca de deseos inexpresables, dos cucharadas de recuerdos de la infancia y dejar sazonar durante un buen tiempo.
- Que sea extenso no quiere decir que sea bueno. En este caso, un buen texto no se mide por el número de sus páginas sino por la condensación correcta del hecho. No quiere decir que el autor tenga que cortar de tajo con mucho de su trabajo previo, pero es necesario que reflexione sobre los párrafos y/o capítulos que están de más en su texto.
- Aunque sirva para el ego, no es recomendable mostrarle el texto a nuestros amigos. Nunca se sabe quienes podrían tomar ideas o hasta comenzar un proceso de plagio.
Que el adjetivo de 'buen' sobre el sustantivo 'texto' no asuste a los lectores. Al final de cuentas, la escala de bueno y malo sólo es medible a través de la época, los hechos y la intención personal del acercamiento con el libro.
Extraído de Reglas de un buen escritor

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